La palabra "mariquita" fue la primera que escuchó "Vitto" de chiquito como un insulto de lo que era y sentía. Pero a lo largo de su infancia y adolescencia se sumaron muchas otras: "puto", "maricón" y "trolo", todas hirientes como una navaja. Las escuchó en el barrio, en la escuela, en las prácticas y en las canchas. Como chistes, como gritos, como carcajada ofensiva hacia otros. ¿Cómo se iba a animar, entonces, a contar que le gustaban los chicos y no las chicas, desde su niñez? ¿Cómo iba a explicar que eso no lo había decidido y que tan solo le pasaba? ¿Cómo podía demostrar que ese sentimiento no lo hacía menos aguerrido ni lo convertía en un pervertido en los vestuarios? ¿Cómo no temer al rechazo? ¿Cómo?
Vittorio Rosti es el primer rugbier de alto nivel en el país en hacer pública su homosexualidad. Ex tercera línea de rugby de Gimnasia de Pergamino, la localidad de la provincia de Buenos Aires, donde nació hace 25 años; ex jugador de Duendes en Rosario junto a varias figuras de Los Pumas y Jaguares como Tomás Lavanini, Pablo Matera, Tomás Lezama, Emiliano Boffelli o Julián Montoya; ex seleccionado de la Unión Rosarina de Rugby (URR) y jugador de tres mundiales (2013, 2014 y 2015) con la celeste y blanca de los Pumitas.
El 28 de junio pasado, la última celebración del Día del Orgullo Gay, Vitto escribió en Instagram y bajo la bandera del arco iris un mensaje con tono de consejo y reivindicación: "Vive como si nadie estuviera viendo, con la frente en alto y el pecho lleno de orgullo. Valentía hace falta para enfrentar un mundo que no está preparado para lo que no le gusta, pero como solían decir 'cada vez somos más', y llegamos para quedarnos y hacer ruido. Peleamos por nosotros y los que vienen, honrando a los que ya lo hicieron. Puto? Re, y con orgullo".
Y desde ese momento no paró de recibir felicitaciones y pedidos de ayuda de jóvenes que le confiesan que tienen miedo de contarles a sus amigos qué sienten con su sexualidad, tampoco paró de dar notas donde cuenta la historia de su vida, dedicada al deporte, un ambiente machista donde muchos entrenan, triunfan y salen campeones, pero muchos y muchas más pierden Es que juegan toda una vida y no pueden visibilizar quiénes son genuinanemte, qué sienten y qué desean. Porque la sexualidad y la diversidad en el deporte tanto como la política de ayer, hoy y siempre, y la violencia de los crímenes en manada son temas tabú, que supuestamente deben quedar fuera de la cancha.
Un capitán de ley
Hoy Vitto tiene 25 años y ya no juega al rugby pero no descarta volver al in-goal. Dejó el deporte de su vida para terminar de estudiar ingeniería química. Le faltan sólo dos cuatrimestres y se recibe. Vive en Buenos Aires, trabaja en un laboratorio y da clases en la facultad. Después de un tiempo de convivir en pareja está nuevamente solo pero asegura que "bien". Y entre tanta historia de su vida y tanta anécdota recuerda una en particular que califica como un acto más justo que cualquier try bien cobrado: hace cuatro años, el capitán de su equipo, nada menos, lo defendió ante las ofensas homofóbicas de un hincha rival.
"Cuando Maxi salió a defenderme con algo sobre lo que yo tenía terror que se supiese y se hablase, sentí miedo y luego mucha tranquilidad. Que me haya defendido fue importantísimo para mí, me sentí contenido, querido, protegido y me dije: 'entonces no es tan malo esto en este ambiente, o al menos en mi club'", recuerda Vitto en referencia a Maximiliano Nannini, un histórico centro de Duendes, hoy de 41 años y uno de los jugadores con más títulos con la camiseta verdinegra, quien también recuerda el episodio.
Dice que fue en el 2016, VItto había subido al plantel superior con apenas 21 años y jugó la final que Duendes le ganó a Jockey. "Sorprendía ya la personalidad de Vitto porque era jovencito y entró a primera dando muestras de buena técnica y buen estado físico. Era y es un jugadorazo, aún tenemos esperanzas de que vuelva a Duendes, tiene las puertas abiertas", dijo el ex capitán antes de recordar la escena.
"Tras el partido, Vitto subió un comentario festivo a Twitter al que le contesté y en el medio se enganchó un hincha rival que develó abiertamente la homosexualidad de Vitto, algo que algunos intuíamos pero no decíamos nada que él no quisiera compartir. Entonces salí al cruce, pero riéndome del agresor y como se dio cuenta que no encontraba eco dejó de escribir. En el entrenamiento posterior, nos reímos juntos", cuenta Maxi quien se pone a pensar sobre eso que hoy parece tan nimio. Y agrega: "Me alegra que Vitto se haya sacado esa mochila de encima, estar más liberado, porque creo que debe ser más feliz y de eso se trata la vida, ¿no?".
Más adentro del closet
Vitto era de esos pibitos que jugaban bien a todo. Judo, gimnasia deportiva, básquet, vóley y fútbol. Pero a sus 9 años se quedó con el rugby. Hasta los 17 jugó en Pergamino y luego vino a Rosario a entrenar con la selección de la URR, primero, y con el plan de alto rendimiento de la Unión Argentina de Rugby (UAR). En 2012 salió campeón con "varios cracks" juveniles, según dice. En enero de 2013, amarró en Rosario y arrancó la pretemporada del Mundial Juvenil de Francia.
"Allí empezó todo: no esperaba ni en pedo que a los 17 años, con tres años menos que el resto de la camada, me convocaran entre los mejores de todo el país". Luego vinieron el mundial de Nueva Zelanda y el de Italia. Una etapa deportiva donde todos suponían que era gay pero de eso no se hablaba. El no lo contó, sólo a algunos se lo preguntaron.
"Un adolescente vive como algo difícil su homosexualidad en cualquier ámbito donde hay comentarios homofóbicos: casa, colegio o club, es duro. Tuve un compañero abiertamente gay que a los 15 años se lo castigaba con cargadas pesadas y él la pasaba mal. Pero si no sos abiertamente gay también la pasás mal porque de algún modo formás parte de esos grupos que discriminan y hacen comentarios homofóbicos y por vergüenza uno se mete aún más adentro del closet. Y no basta que algunos se hagan los progres y digan 'no tengo nada contra los gays´ si después en un círculo más pequeño se ríen y discriminan", sostiene Vitto, antes de agregar que las dificultades para hablar pública y honestamente de la sexualidad es un problema en todos los deportes y fundamentalmente de la rama masculina, donde el hombre debe cumplir el rol de macho heterosexual.
"¿Me vas a decir que en el fútbol no hay gays? A las chicas les cuesta menos visibilizarse. Es más, dos lesbianas al hombre heterosexual clásico: homofóbico y machista, hasta pueden calentarlo, pero dos varones gays le provocan rechazo", sostiene Vitto.
De adolescente tuvo una novia. Hablar con sus amigos sobre esa relación lo hizo sentir más contenido, pero reconoce que fue para "aparentar". Se cubrió entonces de un caparazón y calló el tema del amor y el deseo.
Fue a terapia sólo tres sesiones a pedido de su familia. "Dejé porque no sentía que tuviese un problema, no sentía que tuviera que curarme de nada. De todos modos creo que es importante para un nene o un adolescente tener con quien hablar estas cosas".
Hacerse visible
"Mi visibilización arrancó abiertamente cuando dejé el rugby, si bien muchos sabían que era gay no lo dije abiertamente a todos por miedo al rechazo. Era líder del line out, me sentía con voz dentro del pack de forwards y pensaba que iba a perder autoridad si se enteraban que era gay mis compañeros, los dirigentes, el rival...", dice Vitto.
Recién al colgar los botines pudo caminar de la mano con su novio por la calle. "Me costó y me cuesta, pero me voy acostumbrando".
Confiesa que mantiene muchos amigos del rugby y gays y está "encaminado y tranquilo" con su sexualidad. Ahora sí puede hablar. Y quiere volver al rugby, tal vez a un grupo LGBT (de diversidad sexual), como el de los Ciervos Pampas o Ruda Macho para divertirse, poder aportar a la causa del colectivo y también al rugby.
"Siempre jugué porque me divirtió, no lo quiero tomar como un trabajo. Pero ahora que dejaré de cursar y tenga tiempo para entrenar posiblemente vuelva a la ovalada y no descarto que también lo pueda hacer más profesionalmente", dice.
Pero vuelve al juego que más le costó jugar y le habla a los padres y a los chicos y chicas gays.
"No los hagan pasar por algo tan horrible como el miedo al rechazo, cuiden los comentarios, lean, interiorícense aunque no tengan un hijo gay o lesbiana: abran las cabezas que el mundo no es el de antes y no se puede dejar de trabajar ni de jugar a nada por ser gay. Y a los que no se animan a salir del clóset, no pierdan ni un día mintiendo porque es un día menos que se vive". Así habla hoy Vitto.