La tragedia puede caber 100 veces en el diámetro de un cabello. Lucas Lavagnino, un joven profesor de química de 33 años de Roldán que trabajaba en el Complejo Gurruchaga de Rosario, al que asistía desde el jardín, tenía la mirada cálida y el corazón lleno de proyectos. Los alumnos valoraban "su capacidad de diálogo, su generosidad y su habilidad para hacer simple lo complejo", según lo evocó una ex docente del establecimiento y antigua profesora.
Pero el 2 de mayo del año pasado, Lucas consultó al médico por fiebre y dificultades respiratorias; al día siguiente lo internaron en un sanatorio privado de la ciudad; y esa misma noche, tras sufrir una "falla multiorgánica" de rápida evolución, se transformó en la primera víctima fatal por gripe A en la Argentina del 2016. "No tengo palabras para describir la buena persona que fuiste. ¡Qué injusta es la vida!", lo despidió la suegra en su muro de Facebook. En el perfil de Andrea, su mujer, Lucas la abraza fuerte y ambos sonríen un futuro compartido que ya no será.
El caso de Lucas no fue aislado. A lo largo de todo el año, las muertes notificadas en el país por el diminuto virus de influenza (la mayoría, por la cepa H1N1) llegaron a 290 en 20 provincias. Y los expertos sospechan que pueden haber sido muchas más: la circulación del virus empezó más temprano que de costumbre y no siempre se identifica y reporta la causa de los decesos. De acuerdo a las autoridades, la mayoría de las víctimas tenían otros factores de riesgo y no estaban vacunadas. Para la doctora Susana Devoto, coordinadora de Enfermedades Inmunoprevenibles del Ministerio de Salud de la Nación, los antecedentes representan un llamado de atención: "Necesitamos vacunar más y mejor", dijo.
Como explica la médica Mónica Müller en su libro Pandemia (Sudamericana, 2010), el virus influenza A H1N1 es hermano de aquel que produjo la devastadora Gripe Española de 1918, que mató entre 30 y 100 millones de personas en el mundo en el curso de ocho meses. La mayor letalidad por unidad de tiempo desde que existe el género humano. Aunque la reedición de la pandemia en 2009 fue comparativamente más benigna, también se ensañó más con una población inesperada: los niños, las embarazadas y los adultos jóvenes sanos. Sin exposición previa, las víctimas estaban tan indefensas como los nativos americanos frente a los gérmenes que trajo la conquista española.
Hoy, en cambio, la cepa pandémica H1N1 no es un agente agresor inesperado, sino que forma parte del repertorio cotidiano de virus que causan la gripe estacional. Y también integra la composición de la vacuna para el hemisferio sur, que ya se ofrece en hospitales y centros de salud de todo el país en el marco de la campaña de vacunación antigripal 2017 que se acaba de poner en marcha.
"Los niños de 6 a 24 meses son los que menos se han vacunado en los últimos años, aunque para ellos es gratuita"
Esta vez no se espera una pandemia, pero "hay que estar siempre muy preparados", alertó a Más el doctor Pablo Bonvehí, presidente de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn). Las complicaciones de la enfermedad común pueden ser letales en la población de riesgo. La circulación del virus suele arrancar el abril y se prolonga por lo general hasta agosto, "pero hay que comenzar a vacunarse cuanto antes porque la protección tarda 10 a 14 días en alcanzarse", explicó el doctor Gustavo Lopardo, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología (Sadi). La campaña de este año se enfoca, como las anteriores, a los grupos más vulnerables o expuestos a sufrir enfermedad grave o muerte: los mayores de 65; las mujeres embarazadas; los niños de 6 a 24 meses, que deben recibir dos dosis ("esa la población que menos se vacunó en los últimos años", según Devoto, quien añadió que en 2016 sólo seis de cada diez se aplicaron la segunda dosis). Todos ellos se pueden inmunizar gratis sin necesidad de receta. También el personal de salud, que no sólo se protege a sí mismo sino que también corta la transmisión a otros pacientes.
Asimismo, deben vacunarse las personas de 2 a 64 años que presenten otros factores de riesgo, como diabetes, asma u obesidad. Con la presentación de la orden médica, la aplicación también es gratuita.
Este año, el Estado compró 12 millones de dosis para cubrir a la población de riesgo: 8,7 millones para adultos; 2 millones para niños, y 1,3 millón para los afiliados del Pami. Es vital protegerse. "No tendríamos que tener corridas este año", se esperanzó Devoto. Pero si hay algo que demostró la historia de las epidemias en el mundo, y tragedias como la del joven profesor de Roldán, es que los escenarios de riesgo son dinámicos y las predicciones nunca del todo confiables. Como plantea Müller, estamos condenados a compartir el planeta con los virus. Es tan tonto tenerles miedo como desestimar su potencial de daño.
Hecho en casa
Después de la pandemia de influenza de 2009, un predio en las afueras de Buenos Aires, en el que había un bosquecito y una pileta, se transformó casi de la noche a la mañana en la sede de un laboratorio de última generación y 20.000 metros cuadrados de superficie cubierta que fabrica vacunas con los máximos estándares de calidad. En el medio, el consorcio Sinergium Biotech, formado por dos laboratorios nacionales (Elea y Biogénesis Bagó), se alió con la suiza Novartis para iniciar la fabricación local de vacunas antigripales. Y ganó en 2010 una licitación pública para satisfacer durante diez años la demanda del Estado para sus planes de inmunización. "La presión era descomunal", recuerda Abel Di Gilio, presidente de la joven empresa. Pero llegó a buen puerto. La planta, con equipos de Alemania, Italia y Japón, se inauguró en diciembre de 2012. Hoy cuenta con más de 200 empleados y en junio termina la producción (formulación, llenado, etiquetado y empaque) de las 12 millones de dosis para esta campaña. También se asoció con otros laboratorios extranjeros para la fabricación de vacunas contra el neumococo y el virus papiloma humano (VPH). En una próxima etapa, la empresa también va a producir los antígenos inactivados de la fórmula antigripal. "Para fines de 2019, vamos a completar la cadena productiva de punta a punta", avisa el biotecnólogo Juan Ceriani, director de operaciones de la planta.